domingo, 9 de marzo de 2014

UN DIA "SILENCIOSO"

Uno de los experimentos de este trimestre, en la asignatura de filosofía, se basa en pasar todo un día, desde que te levantas al amanecer de un día hasta el siguiente del otro día, sin ningún aparato electrónico de ocio (televisión, consolas, móvil, radios...) ni poder articular ni una sola palabra. Obviamente esta experiencia no era obligatoria, pero consistía en un intento de superación para uno mismo. En cuanto a la experiencia que me ha proporcionado ha sido la siguiente:



Todo empezó una mañana en el instituto Santo Domingo. Mi profesor de filosofía acudió ese día a clase con un nuevo experimento: "pasar un día completamente en silencio acompañado de no usar ni un aparato electrónico". Una vez decidido las personas que íbamos a realizar el nuevo experimento, cada uno, por su parte, eligió el día que más le convenía. Yo elegí el 26 de febrero.


El día antes, todas mis amigas hacían bromas y burlas sobre las cosas que me harían al día siguiente y, entre risas, yo les contestaba con bromas y caras. Finalmente llegó la noche del 25 y comencé a sentirme nerviosa por el día anterior, además no me apetecía nada dormir, sino estar despierta y hablando, ya que me llevaría un día entero sin hablar. Pensé que me sentiría completamente "sola".


Al despertar al día siguiente, medio adormilada, mi madre me llamó,  y casi sin darme cuenta le respondí con un monosílabo. Rápidamente fui consciente de que ese día debía estar callada y me reí en silencio. Me arreglé para ir a clases como siempre, salvo porque ese día no podría despedirme de mis padres, ni llevaría mi móvil apagado en el bolsillo.

 

Cuando llegué me encontré a mi amiga Raquel, que como esperaba, comenzó a preguntarme por cosas entre risas. Seguimos caminando en silencio y sin querer se me escapó un susurro. Ella se dio cuenta y comenzó a reírse. Al llegar al colegio todos me saludaron y Raquel se encargó de comentar lo ocurrido por el camino. Cuando sonó el timbre fuimos a clase,  y, ese día,  las dos primeras tenía examen. Fue muy difícil tener que estar completamente callada en los exámenes, sin poder preguntar ni una duda.


Después llegó el recreo y todos hablaban sobre temas que me habría encantado comentar, pero no podía, así que estaba deseando que acabara el recreo.


La mañana siguió igual, a veces no me acordaba de que tenía que estar en silencio y, para colmo, mis amigas no paraban de hacerme  preguntas para pillarme. Me di cuenta del esfuerzo de concentración que debía hacer para recordar que tenía que estar callada.


Las clases eran aburridas porque solo podía escuchar y, luego,  en los cambios de clase, era muy difícil hablar por señas. Así que lo que en principio parecía divertido comenzó a resultar un poco agotador.


 AL salir del instituto llegue  a casa. Me estaban esperando , y todos me dijeron un "hola" entre risas. Por supuesto no estaban dispuestos a apagar la tele, así que tuve que comer sin levantar la vista del plato, no quería echar a perder el experimento. Cuando acabé, opté por irme a mi cuarto y así estar aislada de cualquier tentación. En todas esas horas no había echado de menos el móvil, pero sí que empezaba a echar de menos mi voz.


Justo ese día tenía dentista, así que a media tarde fui a mi consulta. Tuve tan mala suerte que ese día me quitaban la muela del juicio y lo pasé bastante mal, entre que no podía hablar y el dolor por la muela. Obviamente el dentista me hizo unas cuantas preguntas que respondí con respuestas cortas. Seguía pensando en el experimento, y no estaba dispuesta a comentárselo a mi dentista. Así que aguanté como pude.


Cuando llegué a casa no me  sentía nada bien, así que me tumbé en el sofá y me tome las medicinas, intentando hablar lo menos posible. Mi madre, preocupada, me decía que dejara el experimento y que me distrajera con algo, así que prácticamente me obligó a ver la tele. Así que mi experimento casi que acabó sobre las 8. En otras circunstancias estaría dispuesta a estar todo el día "aislada" pero el dolor de muela me dejo muy cansada, así que accedí. Sin embargo no hablé ni cogí el móvil, no estaba dispuesta a desperdiciar todo el experimento.


Finalmente me acosté y esperé ansiosa el día siguiente para decirles a mis amigas mi tarde y como me sentía.


Con este experimento me di cuenta la importancia de la voz para comunicarse, ya que es muy difícil por señas. Además, cuando no me entendían, me estresaba y optaba por dejarlo pasar. El tema de los aparatos lo llevé mejor, a pesar de que sería lo que más me resultaría difícil . En mi opinión creo que ha sido un interesante experimento y, sobre todo, requería un gran esfuerzo por estar callada.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho tu artículo Noelia, pues que yo también hize esta experiencia y, acepté la tentación de hablar a las ocho como tú, con la única diferencia de que yo no fui al dentista. Al igual que tú, me di cuenta de que, es importante tener voz y ser capaces de articular todas las palabras que queramos, pienso que deberíamos valorarlo, ya que desde una corta edad tenemos esta bonita capacidad.
    En mi caso, el tema de las nuevas tecnologías no me resulto algo difícil, porque estaba algo ocupada estudiando, pero aunque comencé hablar a las ocho mi experimento no fue del todo desperdiciado.
    En general, tu artículo me gustó mucho puesto que yo también experimente algo parecido que tú. Las fotos son muy graciosas y la has elegido correctamente.

    ResponderEliminar
  2. Pienso que hasta que no te paras a experimentar lo que es no poder articular una sola palabra en todo el día, no te das cuenta de la importancia y el poder que tiene el habla para las personas. Sin poder preguntar dudas en clase, ni poder charla con tus amigos, ni con tu familia, ni poder emitir un solo sonido durante un día entero, te provoca una necesidad impetuosa de hablar, expresarte, reírte, gritar, emocionarte, decir lo que sientes, lo que opinas. Es ahí cuando te das cuenta de que, por una parte, hay cosas simples que hacemos todos los días constantemente y que, sin embargo, no nos damos cuenta de lo importante que son en nuestra vida, hasta que te propones dejarlas de lado por un espacio de tiempo. Me ha gustado tu artículo, porque refleja muy bien cómo te has sentido, y la impotencia que has experimentado en muchos momentos a lo largo de tu día silencioso. Y, personalmente, me gusta la experiencia, porque te hace reflexionar y darte cuenta de muchas cosas acerca de ti mismo y de hasta donde eres capaz de llegar y aguantar.

    ResponderEliminar
  3. En primer lugar te felicito por el artículo. Además me gustaría felicitarte por el esfuerzo que tuviste que hacer para lograr estar casi un día en silencio y sin poder utilizar los aparatos electrónicos, y conociéndote seguro que si no te hubieran quitado la muela lo habrías logrado seguro.
    Reconozco no haber hecho este experimento por la dificultad que supone hoy en día mantenerse en silencio y estar aislado de las nuevas tecnologías, ya que suelo usarlas de forma diaria y no solo por su disfrute personal, sino por la ayuda que ofrecen también a la hora de estudiar.
    En resumen, gran labor la que hiciste, gran artículo y una muy buena y clara forma de expresión y ortografía.

    ResponderEliminar